Independiente - 2012.-
Para Amor Elefante esta cosa de la música es un juego. Tal es así que con su primer álbum se obsequiaba un juego de mesa con fichas, dados y todo. La propuesta de la banda es de un sonido decididamente emparentado con lo lúdico, la adolescencia y todos los mecanismos de descubtimiento que en ese período se disparan. Inocentes, pueriles, hasta (sin ofender) medio bobalicones los temas de la banda se encadenan como en una fiesta de jardín de infantes. El primer paso, "Es Amor", pone las cartas sobre la mesa y asegura que también hay criterio para componer canciones preciosas con instrumentaciones inteligentes que a veces se tuercen hacia el cabaret pero siempre en clave de pop refinado. Es que la contradicción es casi permanente: uno no sabe bien si lo que escucha es un disco genial de melodías fulgurantes o un proyecto de eternos niños jugando al rock. Y es en esa dualidad donde reside la atracción que la banda ejerce: la química entre lo infantil y el pop bien arreglado en sus canciones naif sobrevolando en paisajes de ensueño. Se les puede reprochar una continuidad lineal con su primer álbum. Hay pasta como para amasar una propuesta en otra dirección sin bajar banderas. Pero, después de todo, ya hemos aprendido que tomarse el rock muy seriamente y con gesto avinagrado tampoco es un gran mérito. Jugar en el parque también está bien y es cosa de rockers.-
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