PopArt - 2013.-
¿Cómo se manejan los prejuicios y los cambios? ¿Dónde está el éxito? ¿Arte o negocio? ¿Negocio artístico? Todas estas preguntas y miles más se habrán formulado los integrantes de Bicicletas hace muy poco tiempo y son las que me formulo al iniciar esta reseña. Comienzo descartando un prejuicio: está bien que un artista desee obtener éxito económico. Hacer unos mangos en este mundo (por derecha, claro) es justo y necesario. A Bicicletas le salió una oportunidad de irse a México y no la desaprovecharon convencidos de poder verle la cara a Dios de una buena vez (ver nota en suplemento Radar de Página/12). Sin embargo, y a juzgar luego de escuchar el disco, han tenido que experimentar un cambio en su sonido y en su música: donde había melancolía tanguera hoy hay optimismo soleado y donde las guitarras mostraban sus colmillos, hoy se ven arreglos y riffs de sintetizadores de opinable buen gusto. El baile y el ritmo han pasado al frente y la transformación es indiscutible. Los motivos que la sostienen están lejos de ser juzgados. Tan lejos como quedaron aquellos Bicicletas que me sorprendieron con una discografía tan alta como ecléctica y que hoy se viste de fiesta como para presentarse ante una audiencia masiva que frecuenta más la disco que el bar. Pero esta transformación es, desde otro ángiulo, parte de su eclectisismo y el giro hacia el nuevo pop danzable de Bicicletas es una más de sus movidas. Es que resulta inevitable no oler a oportunismo. Y la oportunidad es una mujer alada con la cabeza semicalva y de largos mechones. Cuando pasa hay que tomarlos sin dudar porque puede no pasar nunca más. Que el éxito los acompañe. Se lo merecen.-
https://soundcloud.com/bicicletasrock/bicicletas-pistolero
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